Siempre hay alguien que te escucha.

Siempre hay alguien que te escucha, y es en ese momento cuando lo hacen, que te das cuenta de lo rico que eres y tu no lo sabías. En los tiempos que corremos tener alguien a quien contarle tus penas, cuitas y alegrías, es un tesoro inmenso. El ser humano necesita que los demás le escuchen, le atiendan y le dediquen un poco de su tiempo, de ahí el gran invento de la confesión mal entendida y los siquiatras con su famoso sofá. Antes los vecinos cuando se encontraban en la calle, en la escalera o en cualquier otro lugar, tenían la maravillosa función de escuchar. No puedo negar que muchaas veces eran cotilleos y otras bellezas por el estilo, pero otras muchas eran tus "escuchadores". En estos años que vivimos la palabra AMISTAD se ha quedado olvidada en el fondo del cajón de los deseos y ese que era un punto necesario para la vida, se está dejando pasar camuflado entre apretones de mano y besos falsos. Yo no puedo quejarme, tengo amigos y amigas, no muchos claro, si conocidos, pero los que tengo son de esos que siempre estarán ahí. Los años nos enseñan a vase de bofetadas que eso si es un tesoro y no los bonos del estado. Yo suelo escuchar bastante y os prometo que es cuando uno se da cuenta que es un privilegiado, al oir lo que otros le cuentan. Escuchar es una buena terapia, y si tienes quien te escuche entonces, eres un ser humano tocado por la varita mágica de la vida.