Poema de dentro.
Mirando la esperanza
me senté en el olvido,
en la piedra habladora
del silencio diario.
Quedé quieto, tranquilo,
sin ganas de camino,
con la mano extendida,
cual mendigo de almas.
Me sentí iluminado
desde dentro hacia afuera,
y no entendí el motivo
de aquel pozo de antaño.
Las rodillas heridas,
de los viejos guijarros,
de aquellas zancadillas,
de los seres amados.
Lo sentí muy lejano,
como si no existiera,
como nube de otoño
de un invierno claro.
Una hoja calló
desde un árbol cercano,
su baile me avisó
que llegaba el ocaso.
En la puesta del sol,
me sentí arropado,
ya no tendría frío
¡Todo había pasado
Moncho Borrajo.