Moncho, monchiño moncho, el alegre petirrojo, no dejes que tu persona amargue ningún cruel despojo, humano en forma y aspecto, pero más terco y abyecto, retorcido y so_cabrón, de mal parto malnacido, de mala madre parido, ignorante y cimarrón. No dejes que te atormenten, los comentarios inicuos, los fuegos fátuos y oblicuos, tejemanejes ocultos que detrás de los insultos, orquestan a perfección quienes enemigos son, de lo amable y de lo culto. ¿Que daño pueden hacerte en realidad estos seres? Si solo con ser quien eres, a todos dejas atrás, en evidencia y demás, pues no tienen tus poderes, aunque otros tengan quizás y en su prepotente trono, su arrogancia un arma sea, sus envidias y traiciones, les hagan ser tan ladrones, y desalmados herejes, que convertidos en jefes nos repriman y persigan, nos presionen y maldigan, nos jodan y nos puteen... Cuando tomas la palabra, como hacerlo sabes siempre, con cabreo o sin tensión, tu voz, aguda fracción de una mente más aguda, destapa cualquier engaño con astucia y perfección. Por qué vas a claudicar, cuando en todos tus cabellos, tienes el tinte más bello de la sabia decisión, de luchar hasta el degüello como nunca se luchó, por quien contra toda opción, dio mil veces contra el suelo, con sus huesos sin razón, y siempre, cual fiel guerrero, del polvo se levantó, para cincelar con fuego, con amor, tierna obsesión, las lineas rectas del juego, allí donde el mal agüero, del ingenio las torció. ¿Que quieres que yo te diga?, si no soy nadie además, un pobre tonto que admira tu manera de luchar, de conducirte en la vida, sin dañar a los demás. A mi me da igual el feisbuk y el "muro" de tu ansiedad, no me importa que lo cierres si es por tu tranquilidad, pero entiendo que en tu altura, es mas cruel la soledad, y por eso se que sabes, que mostrar tu humanidad, a tus amigos procura, una parte de tu amor, que llega en forma más pura, que de ningún otro modo, aunque para ti es más dura, por el hecho de alcanzar, también a quienes responden a tu bondad golpeando, con la rodilla y el codo, y en su desespero tratan tu cordura de atrapar. Pero amigo Moncho, amigo, de tus amigos poeta, no dejes que nadie amargue tu espiritualidad de esteta, que en cualquier lugar del mundo, sería reconocida, como aquí nunca lo ha sido, porque este país tan bello, poco ha poco se ha partido, por envidias y ambiciones, alocados corazones corrompidos por las ansias, no de amar ni acariciarse, no de quererse y hablarse con la sincera intención, sino de seguir corriendo, sin meta, a ninguna parte, bajo el sol del dios dinero, engañando al mundo entero, mientras la sangre caliente, baña el rostro de la gente, que prefiere verte hundido, asolado y destruido, por el dolor retorcido, en el desamparo muerto o presa del desespero, antes de reconfortarte, de compartir desafuero, de extender la mano amiga, con un gesto y un ¡te quiero!
