Amaneció tranquilo. El sol salió desperezándose de un sueño largo. Era invierno. Nos miramos y el silencio no paró de hablar. Me desperté y me di cuenta que estaba solo y agarrado a la almohada. Que pena que mis besos no fueran para ti, y se quedaran en el almohadón. ¡Otro día será!