El lobo

04.10.2019 21:21

El lobo aulló aquella noche. Hacía muchos años que no se le escuchaba en la Limia alta, por donde el río Arnoia va al encuentro del Miño, pasando por Baños de Molgas, el pueblo donde nací. Estábamos en Maceda, en casa de mis abuelos, los padres de mi padre. Serían las nueve de la noche y esta ya se había instalado en el valle. En la sierra de San Mamede, había aparecido la nieve de forma sorpresiva aquella mañana y el aire traía un frío seco hasta la casa de mis abuelos. Estábamos en la cocina. El aullido del lobo era para mi nuevo y un escalofrío recorrió toda mi espalda. Fue entonces cuando mi abuelo, el papá Jesús, nos contó a los tres nietos que estábamos allí, que el lobo no era malo, el malo era el ser humano. El cuento de Caperucita Roja decía todo lo contrario, pero el abuelo insistió, en que aquel cuento, era solo eso un cuento. El abuelo mandó apagar todas las luces de la casa y nos fuimos sin hacer ruido hacia la galería que daba a la calle, donde estaba una fuente. El abuelo nos mandó callar y que estuviéramos atentos a lo que iba a suceder. 
Pasó un rato y cuando menos lo esperábamos, el abuelo nos señalço con el dedo hacia la fuente. Todos pensamos que un perro estaba bebiendo en la fuente, pero cuando levantó la cabeza y miró hacia donde estábamos nosotros, todos nos quedamos como petrificados, Los ojos amarillentos del lobo, nos cortaron la respiración. El abuelo nos pidió que no nos moviéramos y nos dejó con mi padre y un tío alli solos. pronto vimos como la sombra de un hombre se acercaba al lobo y a una cierta distancia, le echaba algo, que no supimos que era. El lobo se acercó lentamente y cogió lo que le había echado la sombra y se marchó hacia la zona oscura de la fuente. El hombre volvió sobre sus pasos. Pronto el abuelo apareció de nuevo en la galería y nos dijo en voz baja: El lobo no es malo, han quemado la sierra y no tiene que comer, cuando esto ocurre, que no es todos los años, el viene a verme, yo le ayudo y él me respeta. Nunca olvidaré aquellos ojos verde amarillentos del lobo. Aquella noche no dormimos ni yo ni ninguno de mis primos ¡Como pasa el tiempo!
Moncho Borrajo.

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